En la comuna de Temuco, región de la Araucanía, Humberto Altamirano es un claro ejemplo de cómo el folclore no solo preserva la tradición, sino también revitaliza el espíritu. A sus 61 años, lleva más de un año y medio formando parte del Ballet Folclórico del Adulto Mayor (BAFOAM), un grupo que reúne a personas mayores para mantener vivas las danzas tradicionales de Chile y de Latinoamérica. Para Humberto, esta experiencia ha sido transformadora tanto a nivel personal como comunitario.

“Al principio me costaba aceptar que ya era una persona mayor mayor», confiesa, recordando su integración en BAFOAM en marzo de 2023. Sin embargo, con el tiempo, su percepción cambió y encontró en el grupo un espacio para mantener su vitalidad. Las presentaciones que han realizado, tanto en la región como en eventos especiales, han sido motivo de orgullo para él y sus compañeros. «Hemos realizado varias actividades  y cada vez es una experiencia nueva. La energía que veo en mis compañeros, que tienen entre 60 y 85 años, es increíble».

Su relación con el folclore no comenzó en BAFOAM. En 2006, Humberto fue parte del Club de Cueca Los Trigales, donde fue tesorero por más de 20 años. En ese espacio, su vínculo con la cultura tradicional chilena se profundizó, especialmente junto a su esposa, Cecilia Pérez, quien ha sido su mayor apoyo en este camino. “Ella siempre me decía que nos integráramos en distintos grupos, que no dejáramos de participar. Siempre ha sido un pilar fundamental para mí”.

La cueca, el baile nacional de Chile, tiene un significado especial para Humberto. Habla con respeto y emoción sobre esta danza, destacando la importancia de conservar sus tradiciones. “Siempre cuento que, en Fiestas Patrias, todos quieren bailar cueca, pero no todos saben cómo hacerlo. Para mí, es importante bailar con el pañuelo, un símbolo que no se puede perder. Veo gente usando servilletas o cualquier cosa que tengan a mano, y siento que estamos perdiendo el respeto por nuestra cultura”.

Más allá de la danza, Humberto destaca la importancia de la integración intergeneracional en el folclore. Para él, el interés de los jóvenes es clave para preservar estas tradiciones. “Hemos logrado que la juventud se interese en la cueca, y eso es gracias a los mayores que hemos fomentado este amor por nuestra cultura. En BAFOAM, mucha gente joven nos sigue en redes sociales, y cuando nos presentamos en jardines infantiles, colegios o universidades, nos reciben con entusiasmo”.

La experiencia en BAFOAM también ha tenido un impacto significativo en el bienestar de sus integrantes. Humberto observa que todos llegan con ganas de participar, sin importar la edad. “La vitalidad que he visto en las personas mayores que forman parte del grupo es admirable. Nadie quiere quedarse fuera de las presentaciones, todos están siempre con energía”.

El grupo folclórico no solo se reúne durante las festividades patrias; su actividad se extiende a lo largo de todo el año. “En BAFOAM somos 44 personas, de las cuales solo 12 somos hombres. Históricamente, la participación masculina ha sido menor, pero eso no nos detiene. Nos mantenemos activos y conectados, lo que es esencial para nuestra salud física y mental”.

Para Humberto, la clave está en mantenerse en movimiento y conectado con su comunidad. Su llamado es claro: “Las personas mayores no deben quedarse en casa. Es como una flor que necesita agua y sol. Las actividades que realizamos, como bailar, son nuestro sol. Nos mantienen activos y nos dan vitalidad”. Además, hace un llamado a las familias para que apoyen a sus padres y abuelos, ya que el respaldo familiar es crucial para que las personas mayores se animen a participar en estas actividades.

A través de su historia, Humberto nos muestra que el folclore no solo es una tradición que debe preservarse, sino también una fuente de vitalidad y bienestar. Su ejemplo es una inspiración para muchos, demostrando que la edad no es un impedimento para seguir activo y comprometido con la cultura.